Me voy de viaje nomás. En menos de dos días. La valija brilla por su ausencia y conociendo mi modus operandi, estimo que será armada el mismo Sábado, entre llantos desesperados y gritos de me falta tooodo!!!
Soy caótica, no me voy a enemistar justo ahora con tal condición. Ahora mismo me la imagino a Cecé clasificando sus bombachas en bolsitas zip-lock, a La Maga metiendo su placard entero en una valijota, a Tony frenética buscando asilo para su gato.
Ellas serán mis compañeras de viaje, como lo han sido hasta ahora. Mis amigas.
El destino es sólo un punto en un mapa que nunca hojeamos, ninguna sabe bien a dónde vamos, dónde dormiremos, nada, La Maga al volante y el humor del día decidirán nuestro itinerario.
Tengo una lista neurotizante en mi cabeza con el título de "cosas por hacer". Huelga decir que la escucho en medio de las mil listas y voces que suelen habitarme. Con lo cuál no tengo ni la menor idea de por dónde empezar...
Lo único que me alivia es saber que, mal preparada y todo, me voy. Justo ahora, cuando estoy a punto de desmoronarme, de disolverme, de enamorarme.
A veces pienso que mi vida es un libro y que yo, distraída, siempre me quedo releyendo la misma página. Es una pésima metáfora, pero me encanta leer, sepan disculpar.
Me enamoro y me voy, me abro y me cierro, me entrego y me pierdo. Y así va.
Y me resigno, en esta vida no me ha tocado en suerte un corazón corajudo, sino uno que siente la pérdida que habita en todo amor, la locura, el vértigo en la panza, y el dolor que punza el pecho. Será para la próxima, pienso.
Pero la verdad, qué lindo sería encontrar un sosiego, un abrazo en el que no sienta que muero.
A veces pienso en mi amigo y lloro. Casi con gratitud. Por confiar en mí, aún cuando yo me descreo completamente.
Uy, hoy me siento tan vulnerable.
¡Menos mal que me voy!
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Hace 9 meses