NUEVO BLOG!

Luego de su extraña desaparición y de su estrepitoso fracaso como escritora de policiales, Jules vuelve a lo que mejor le sale...sufrir! Acudan a su nuevo grito de auxilio en el mundo blogger...

http://www.cabecita-de-novia.blogspot.com/

avatares...no hay que ser muy diestro para notarlo, quedará sin efecto hasta nuevo aviso...

... desde que abría los ojos por la mañana empezaba a esperarlo ya durante todo el día, acechaba todos los ruidos, se incorporaba sobresaltada, no le cabía en la cabeza que no llegara. Luego, a la hora de la puesta de sol, cada día más triste, ya lo único que deseaba era que llegara el día siguiente.


Gustave Flaubert, Madame Bovary.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Intersticios, o la mentira de Totó.

Define el diccionario de La Real Academia Española: Intersticio, (del latín interstitium) sustantivo masculino, es la hendidura o espacio, por lo común pequeño, que media entre dos cuerpos o entre dos partes del mismo cuerpo.

La historia de cómo vine yo a consultarle al libraco semejante término se remonta a unos pocos meses atrás, cuando Totó y yo nos hicimos amigos.

Totó se había separado, yo otro tanto. Y allí estábamos, sedientos de soledad, y al mismo tiempo, desoladamente solos. Por eso nos convertimos más que en amigos, en acompañantes terapéuticos. Yo le prestaba libros, él películas, bebíamos, insultábamos a nuestros respectivos ex, una relación maravillosa.

Supongo que hay veces en que los amigos vienen a ocupar ese espacio que queda vacío cuando un hombre se va. Entonces vas al cine como si fueras con tu novio, te exhibís en pareja, por fortuna formás parte de ese mundo tan dichoso. Aunque a la hora de la verdad Totó te deje en tu casa, despidiéndote con un abrazo afectuoso, y a dormir siempre sola, se ha dicho.

De a poco me fui encariñando como loca, con ese hombrecito eternamente joven, obsesivo hasta la médula y tan torpe que es un encanto verlo es su despliegue de titubeos pseudo adolescentes.
Casi que Totó es una suerte de alter ego de Jules. Con más testosterona y más autoestima, por cierto.

Y como nos conocimos desde un lugar no sexual, no histérico y no romántico; al poco tiempo mi amigo el cinéfilo se enteró de todo mi prospecto. Por ejemplo, que cuando me agarra la tanada y le discuto hasta al cajero del supermercado, es porque estoy gestando una explosión colosal de angustias y llantos. Y que cuando finalmente lloro, me consuelan los helados y los abrazos. Nunca fue tan difícil. Pero es que la cuestión del sexo no los deja ver con claridad, parece.

En eso estábamos, Totó y yo, disfrutando de la fuente de dicha inagotable que es la amistad, hasta que un sueño compartido confundió todas las cosas. Soñamos lo mismo, ya les conté. Cecé diría que yo me identifiqué con su sueño. Pero que quieren que les diga, a mí me dio escalofríos todo ese asunto. Y creo que a él también. Pero nos hicimos los guapos y aquí no pasó nada.

Pero pasó, no me voy a mentir. Comenzaron las preguntas y los soliloquios, y si Totó fuese...no, Totó no, Totó no. Y Tony y Cecé que para casamenteras no hay con qué darles diciéndome: para mí te vas a enamorar de ese chico, y La Astróloga rematando con un no escuches a tus amigas, en el fondo vos sabés qué sentís y qué no.

Como en la sociedad que tenemos con Totó, la contraseña de acceso es la sinceridad total, a los poco días le confesé mi estado de confusión y él hizo otro tanto. Estábamos metidos en una ensalada de términos y definiciones, el sólo amigos no se adecuaba a esta nueva realidad, pero no había sustantivo que lo reemplace. Y nadie es tan evolucionado como para permitirse transcurrir en un vínculo sin nombre alguno.

Entonces Totó acuñó la frase nuestra relación es el in between, es que su lengua nativa es el inglés y por eso hay veces que me suelta conceptos en ese idioma. Como a mí las definiciones anglosajonas no me sirven, le pedí que por favor me explicara que quería decir con eso. Y me dijo que es esa zona o energía que se produce entre dos personas o cuerpos próximos o relacionados.

Ah, el intersticio, le dije. Y juro que en mi vida había utilizado esa palabra, pero calculo que la estaría guardando en mi inconsciente para ocasiones como estas. Sí, eso. Genial, habíamos encontrado la respuesta para tanta intríngulis. Ambos quedamos satisfechos.

Al menos hasta el día siguiente, cuando observé que los soliloquios no habían cesado y que su definición no me conformaba en lo más mínimo. Y entonces le dije: El intersticio es una mentira, va a llegar el momento en que me voy a tener que enfrentar a la pregunta ¿qué me pasa con este sujeto? El intersticio es insostenible. Y él nunca estuvo tan de acuerdo conmigo, fue como si me hubiese mentido a conciencia. Me confesó que ya lo sabía, pero que no le temía a esa pregunta. Traición.

Acto seguido, mi consulta semanal con los astros, y de nuevo a llorarle a La Astróloga, porque Totó es el hombre perfecto para abrirme y enamorarme, pero no estoy dispuesta. Y ella que a través del humo de sus sahumerios ve todo mucho más claro, quizás sea perfecto, pero no te enamora, punto.

Hace unos días que Totó y yo entramos en la fase de silencio. Y otra vez tomé conciencia de mi soledad, como si volviera a mirarla de frente cada vez que una ilusión se trunca. Pero esta vez sin culpas ni reclamos. Si no es tiempo de abrirse, ya vendrán tiempos mejores.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Las marcas

Estallé.

El pecho cede, finalmente, en una conmoción de espasmos y lágrimas. Y el dolor que me libera, gracias a dios, del miedo constante a sentirlo. Ahora sí duele, por fin.

Podría llamar a una amiga para decirle que necesito desesperadamente un abrazo, pero no puedo. Pero escribo, que es la manera que encuentro de conectarme con otro y conmigo al mismo tiempo.

Aunque ese otro sea una virtualidad, insondable y borrosa. Por eso no sé quién se va a hacer cargo de esta catarsis. Lectores, mis disculpas.

Hace un rato nomás estaba tomando un helado, cuando el azar me llevó a encontrarme con un recuerdo de esos que una no se atreve a frecuentar.

Recordé esa mañana, hace casi diez años, cuando el horror golpeó la puerta de casa, y supe que mi hermano no volvía. Cuando mi hermana me abrazó y me miró como si me pidiera perdón por no poder consolarme. Y yo le acaricié el pelo, y no lloré pero sentí el dolor en las encías. Ahí supe que mi mundo, tal como lo conocía, se derrumbaba.

Y que ese hombrecito misterioso, violento y encantador que había sido mi hermano se convertía en una sombra, que iba a borrarse día tras día, año tras año. Que esa vida que llenaba todos los espacios de la casa se convertía en una ausencia eterna, en las únicas lágrimas que le vi derramar a mi viejo, en la tristeza silenciosa de mamá, en la soledad de sus hermanos.

Todo eso me atacó recién como por la espalda, inesperadamente. Y estuve sintiendo con todo el cuerpo los recuerdos de ese dolor.

Después dejé de llorar porque llamó Mamá para pedirme que vaya hasta su casa con la copia de las llaves, que las suyas se las había dejado adentro. Y tuve que contener las lágrimas porque sería cruel decirle que estaba llorando por su hijo. Aunque de alguna manera lo supo, porque apenas me vio me dio ese abrazo que necesitaba.

Ahora vuelvo a la computadora y veo este texto que dejé por la mitad, escrito como se pudo en medio de una crisis de angustia de sábado a la noche.

Y pienso en la vergüenza que uno siente al mostrar las verdaderas marcas, y en que quizás esto no se publique.

Un segundo después, pienso que tal vez haya que exponer esas marcas, para que empiecen a sanar.

Aunque haya marcas que no sanen nunca. Y ellas solitas se quiten las vendas (con el trabajo que da cubrirlas), una noche cualquiera, mientras te tomás un helado.












miércoles, 19 de noviembre de 2008

Bovarismo

Tengo que hacer una pequeña confesión.

Hace algunas semanas le escribí un mail a Carlos en el que le contaba de mi nueva afición, el blog, y acto seguido le pasaba la dirección para que lo pispée. Oscura. Después le recomendaba específicamente el relato de nuestra historia de amor, y me despedía con un beso y un te quiero, con la siguiente aclaración: "sé que odiás que te lo diga, pero aunque sea un amor deforme, lo voy a sentir siempre". Send.

Como esos mails suelen ver la luz en medio de trances esquizoides en los que pienso que Carlos fue, es y será todo, una vez concluido el arrebato me olvido por completo de mis actos. Ni siquiera espero con impaciencia su respuesta, basicamente bloqueo el asunto, lo elimino de mi conciencia.

El problema es que esta vez contestó. "Leí tu blog, muy divertido, besos". Apenas leí la escueta respuesta me agarré la cabeza como si después de una noche de borrachera inconciente, amaneciera en la cama de un desconocido "¡Qué hice!!!!". Una vez reconstruidos los hechos, me puse a analizar palabra por palabra, letra por letra, lo que en realidad quería decir con esa brevísima oración.

Y entonces se desató la furia. Que mi blog te divierte, porque claro, vos escribís literatura profunda, pensás cosas profundas, seguro hablarás de las sociedades de control de Deleuze después de acabar con tu noviecita, y hasta me leerás con ella tapandose la boca mientras se ríen como dos inglesitos. Puro resentimiento.

Amigas y seres que me aprecian, no entren en pánico porque no le escribí nada de eso. Simplemente lo pensé enhardecida durante algunas horas.

Luego del ataque italiano me calmé, como siempre. Y me pregunté "¿qué esperabas que te escribiera, tonta, te amo, volvamos, para que vos agarres tu bolsito y huyas prestísima hacia el Chaco Impenetrable??.

Carlos ya no me ama, me lo dijo en la cara, hace poco.

Aquí va la segunda confesión de la noche. Apenas me separé de Martín, a la semana, le dije a Carlos de vernos. Desconocía su paradero hacía años, pero el último mail que había recibido de él, dos veranos atrás, decía que era la mujer de su vida y que iba a amarme eternamente. Con ese antecendete el triunfo era asegurado.

Vino a casa, como pasa con las personas del alma, fue verlo y sentirlo cerca al mismo tiempo. Tomamos alguna copita, y a la media hora le conté todos mis traumas de los últimos años. Le pregunté si estaba con alguién, me dijo que sí. Le pregunté si estaba enamorado, me dijo que sí. Lloré.

Después vino la escena patética que nunca puede faltar en mi cuaderno de memorias. Le dije que lo amaba. No sé por qué, calculo que me desesperé. El me dijo "yo te amé mucho". Y después concluyó con un "vos no me amás, simplemente te sentís sola".

Al rato se fue, y por si no me había quedado claro que esa noche era la más humillante de mi vida, a los diez minutos me manda un mensaje de texto diciendo"la pasé muy bien, me alegra verte así, te deseo lo mejor".

Sí, me alegra verte así me puso. Inexplicable.

El meollo de todo el asunto, es que nadie piensa en volver con Carlos, pero él era mi trauma a superar y yo él suyo.

Si él ya logró despojarse de ese fantasma, yo estoy en problemas.

No es novedad. Y reconozco que cuando se trata de Carlos sigo al pié de la letra los anti-mandamientos:

  1. No superarás a tu ex.
  2. Pronunciarás su nombre en público y frente a otros hombres.
  3. Le enviarás mails y mensajes de texto.
  4. Maldecirás a su novia.
  5. Lo googglearás para saber qué es de su vida.
  6. Pasarás por la esquina de su casa una vez por semana (porque tus ocupaciones así lo demandan).
  7. Leerás viejos mails en los que te profesaba su amor.
  8. Cada tanto insistirás con los mails y mensajes de texto, aunque sigas sin tener respuesta.
  9. Compararás el coeficiente intelectual de cada hombre que te cruzas con el de tu ex, para engrandecer a éste último.
  10. Llorarás ante la posibilidad de que el amor ocurra una sola vez en la vida, y ante la certeza de que ya haya pasado.

Estos días me tienen desencantada.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Dominguera

Hoy tengo un día fatal.

Todo empezó al mediodía en el típico almuerzo familiar de los Domingos. Pertenecer a una familia italiana implica adecuarse debidamente a los siguientes mandatos: almorzar todos juntos los domingos, comer mucho, hablar a los gritos y nunca ponerse de acuerdo. A mí me tocó el confuso rol de ser la menor y la sensible, con lo que a pesar de que vocifere como La 12 en pleno Clásico, dificilmente logre hacerme escuchar. Por eso aprendí a callarme y quedarme tranquilita concentrada en los ravioles caseros de la mamma.

Ojo que me adoran y yo a ellos, pero hay días en los que, como hoy, necesito sentarme en la mesa y llorar apenas me ponen el plato de pastas, y que Papá me diga: "chiquita, dejámelo a mí que yo lo soluciono todo".

Mi hermana dice que padezco el típico síndrome de Hija Boba, que vendría a ser el resultado de la ecuación: hija menor + padre protector. En definitiva, que a veces el amor nos convierte en inútiles.

Y en eso estaba, en plan de recibir cuidados intensivos, cuando concluye la sobremesa y uno a uno los comensales se levantan para seguir disfrutando del Domingo con sus respectivas familias, léase esposo/a e hijos. En ese momento se me ocurre proponerle a mis padres que me acompañen a ver bibliotecas, hace rato que estoy necesitando una. Aparentemente tenían mejores planes porque me contestan :"no, anda sola".

Quién puede culparlos, después de haber logrado mi independencia en el mayor conflicto bélico de la historia familiar, después de haber reivindicado mi derecho a abandonar el hogar paterno sin irme de la mano de ningún marido, porque soy feliz así. Después de todo eso, cómo puedo explicarles que hay días en los que necesito volver a esa casa como si todavía viviera ahí, dormir en mi viejo cuarto y desayunar en la cama el café con leche que prepara mamá, porque sino me derrumbo.

Dicho y hecho, yo no sabía lo triste que estaba hasta que Papá dijo "no, anda sola". Entonces tuve que hacer una fuerza herculeana para que las lágrimas no saltaran a borbotones. Apuré la salida, sin mirar a nadie a los ojos, les dije "me voy" desde el ascensor. Y volví todo el camino a casa llorando.

Después me dormí una siesta innecesaria mientras escuchaba la voz de Ella Fitzgerald cantar Someone to watch over me, un tema desolador, y en la voz de la negra que te transmite toda la tristeza del mundo.

Recién me despierto, y luego de bajarme un paquete de galletitas con queso y dos litros de Coca Light, me pregunto como diablos voy a hacer para conciliar el sueño reparador que me permita comenzar prolijamente la semana.

Un auténtico Domingo:

Theres a saying old, says that love is blind/Still were often told, seek and ye shall find/So Im going to seek a certain lad Ive had in mind.
Looking everywhere, havent found him yet/Hes the big affair I cannot forget/Only man I ever
think of with regret
Id like to add his initial to my monogram/Tell me, where is the shepherd for this lost lamb?
Theres a somebody Im longin to see/I hope that he, turns out to be
Someone wholl watch over me
Im a little lamb whos lost in the wood/I know I could, always be good/To one wholl watch over me.
Although he may not be the man some/Girls think of as handsome/To my heart he carries the key.
Wont you tell him please to put on some speed/Follow my lead, oh, how I need
Someone to watch over me

viernes, 14 de noviembre de 2008

Oníricas

Anoche soñé una cosa rara.

Estoy navegando por el Delta, una mañana alegre y placentera. En el barco hay más gente, pero no puedo precisar quienes son. Creo que está Mamá, o alguien que representa esa figura. Sí estoy segura de que hay un marinero, porque tengo el recuerdo patente de su cara curtida y su pelo negro. Yo lo respeto. Tiene poder sobre mí. Me da miedo.

El paseo transcurre amigablemente, hasta que a lo lejos aparecen unas cataratas. Sí, en el Delta del Paraná. Entro en pánico porque el río se bifurca y si tomamos la dirección que nos lleva al nacimiento de las cataratas, corremos el riego de caernos. Le digo al Marinero que por favor doble hacia la izquierda. Pero él no me hace caso, y dobla hacia el lado del peligro.

Nos vamos a caer.

Entonces mi inconsciente se enternece y me despierta. Comienza mi jornada y en cinco minutos me olvido de todo.

Hasta que recibo un mensaje de texto de mi amigo Totó: "anoche soñé con vos", curiosa le pregunto qué. Me contesta: "estábamos navegando por el Tigre, contentos, hasta que de pronto desaparece el barco en el que vamos y nos quedamos flotando en el río". Espanto.

El espacio comienza a girar como en las películas y en un grito de horror me pregunto "¡Por qué soñamos lo mismo!". Si conocieran a Totó sabrían lo mucho que dista de ser el personaje del marinero curtido, pero vamos, si esto no es una sincronía del cosmos, entonces qué cosa lo es.

Me carcomo el cerebro tratando de entender qué mensaje subliminal se esconde detrás de la coincidencia. Nada de nada. Mi mente es un paisaje estéril y lo único que emerge con claridad es mi grito de "soñamos lo mismo, soñamos lo mismo".

Entonces recuerdo otros episodios similares, por ejemplo hace algunos años, mi hermana y yo soñamos, la misma noche, con Alfonsín. Ninguna supo descifrar por qué.

Y otro mucho más escalofriante.

Con Carlos estábamos distanciados cuando un jueves como cualquier otro (como el de ayer) sueño con él. Yo estaba en una fiesta con la conciencia de que él también estaba ahí, y me estaba buscando. Tengo la necesidad de escaparme y aparezco en una playa, corriendo y escondiéndome detrás de los médanos. Sé que Carlos me sigue, pero no lo veo. A decir verdad no aparece en todo el sueño, pero su presencia es incuestionable.

Ese mismo sábado me llama, después de seis meses de no vernos. Apenas lo atiendo me dice "hace dos noches soñé con vos, estabas en una fiesta, yo no te veía pero sabía que estabas, y te buscaba por todos lados como un loco, pero vos te me escapabas".

Lógicamente nos vimos a la media hora, y nos reconciliamos ese mismo día. No era nuestra decisión, el universo había elegido por nosotros.

Ahora me viene a pasar esto y me pregunto ¿qué significa? Convoco a mi amiga Cecé y a todos mis psicólogos para que me saquen de este atolladero.

Sino será cuestión de creer en la teoría de Totó de que "somos dos trastornados, y estamos llenos de miedos".

Y sí, cuando se trata de flotar en un río que desemboca en cataratas, miedo es lo que me sobra.

martes, 11 de noviembre de 2008

Revelaciones de los astros

Acabo de tener una revelación.

Todo empezó ayer, en mi cita semanal con los astros. Fue sentarme en el consultorio de La Astróloga y empezar a llorar y bostezar, en principio sin causa aparente. Después fuimos hilando, más bien ella fue hilando mientras yo me resistía con maldiciones a cada conclusión arribada.

Primero lo obvio, que me siento la soltera del año, cuando a decir verdad, hace sólo cuatro meses que Martín se fue. Claro que no se fue precisamente dando un portazo italiano. Sino que desapareció como si hubiera sido abducido por un OVNI. Una noche dormimos juntos, a la siguiente el ataque de pánico y la certeza de que nunca más lo volvía a ver. Así se fue, en silencio.

Pero a los pocos días, cuando mi círculo más intimo no daba crédito al hecho de que mi novio de dos años me haya hecho caer en la clásica jugarreta de "bajo por cigarrillos" , yo pronuncié por primera vez los postulados de una nueva era: "les juro que lo entiendo... de otra forma no hubiera podido...ya lo perdoné"

Y así fue como de la noche a la mañana (nunca más literal) me convertí en soltera.

Todos estamos de acuerdo en que la peor soltería es la reciente. Claro que al principio es maravillosa porque te reencontrás con amigas del secundario. Empezás a salir con frecuencia, te anotás en el gimnasio, lo de siempre.

A mí la etapa del renacimiento me duró bastante, hasta ayer. Cuando La Astróloga soltó un "¿estás enojada? y yo la miré con chispazos de furia, y después lloré. Como nunca.

Entonces admití que estaba enojada. Con Martín porque se fue. Y conmigo por dejarlo entrar antes. Le dije "me equivoqué" en un mar de lágrimas. Ella me dijo "para el cosmos nada es un error".

Después me quejé de las relaciones posmodernas, de la histeria de el-chico-que-me-gusta-pero-no-me-conviene. De la falta de sexo. De la necesidad de romance. Ella me dijo entonces: "vas a tener que resolver tu dualidad, o te abrís al sexo casual y sus implicancias, o esperás pacientemente la llegada del amor, en otras palabras, tenés que elegir entre el arquetipo de Venus o la Luna, ambas forman parte de vos"

Inmediatamente le pregunté si me podía ir, ella me miró fijo unos segundos y me dijo que sí.

Volví todo el camino a casa pensando en Martín por primera vez en cuatro meses. Mientras, escuchaba a lo lejos la voz de La Astróloga repitiendo "para el cosmos nada es un error"

Cuando caminaba por Scalabrini Ortiz, reviví una a una las imágenes del comienzo. El calor de su mano que me sostenía la cara. Todo lo que nos quisimos, a pesar de ser tan diferentes. Entonces supe que me amó hasta el momento en que cruzó la puerta. Y lo perdoné, esta vez de verdad.

Ahora había que resolver el enigma: ¿abrirme al romance, o satisfacer mis instintos más básicos?

Un día y medio después, llego a casa con la certeza de que el-chico-poco-conveniente, enfrentado al mismo interrogante, se decidió por la segunda opción.

Y mientras viajaba en el clásico taxi de regreso, sentí cómo soltaba todos mis rencores hacia las relaciones posmodernas, y me dije "cada uno elige lo que puede"

Entonces llegó la revelación. Yo no elijo ni una cosa ni la otra. Me niego a las dos opciones.




Salgo al balcón para ver el cielo que se aclara, y por primera vez en mi vida, no deseo compartir este momento con nadie.

Me hago una reverencia, y me doy la bienvenida.

viernes, 7 de noviembre de 2008

FE DE ERRATAS: Venus sobre Neptuno

Ayer me llamó Tony para decirme que había estado mirando mi carta natal, y que en realidad era Venus el que estaba por tránsito sobre Neptuno, al revés de lo que yo había intuido en las entradas anteriores. "Corregilo" me dice, "así estás en sincronía con tu carta"

Yo no soy muy amiga de las correcciones, "lo hecho, hecho está" me digo. Pero vale la aclaración.

Y ya que estamos reflexionando sobre la escritura del blog, aprovecho para hacer una declaración respecto a la última novela que nos ha mantenido a todos en vilo. En esta oportunidad mis palabras van dirigidas específicamente al villano de la historia, que ha resultado ser uno de mis más fieles lectores.

Ante todo, discúlpeme si lo ofendí al llamarlo idiota. Si lo es o no, eso algo que escapa a mi entendimiento. A usted no lo conozco en verdad, y desde el momento en que ingresa a mi espacio de escritura, lo hace como una construcción de mi mundo privado.

¿Qué quiero decir con esto? Que lo que leen, habrán notado, es una expresión de mi ser más afectado. De lo que pienso y siento cuando en la soledad de la escritura, las normas del comportamiento social no me hacen mella. Esto no quiere decir que la persona que escribe, cuando no escribe, no respete esas normas. No sólo las respeto, sino que las acato prolijamente.

Si alguien me preguntase por qué escribo, diría que no tengo ni la menor idea.

Ahora si lo pienso un poco más, escribo para construir otros mundos, que nunca dejan de estar anclados en el propio. Pero que por compensación resultan más maravillosos, más novelescos, más íntimos.

Y los lectores, sean bienvenidos. Pero con una advertencia: cualquier semejanza con la realidad, es fruto de la mera coincidencia.

"Mujer, desnúdate y estáte quieta
a tí te busca la saeta.
Y es el hombre al fin como sangría,
que a veces da salud y a veces mata.
Y es el hombre al fin como sangría
que a veces da salud y a veces mata."
Lhasa-La Celestina

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Las noches de Giulietta

Acabo de ver una película que me dejó prácticamente desolada: Noches de Cabiria, de Federico Fellini.

Ya ven que estamos ante otra velada de identificación extrema con el séptimo arte.

Empecemos por el principio: ayer nomás, mi amigo el cinéfilo me llama para decirme que quiere prestarme una película, que sabe que me va a gustar. Yo accedo inmersa en un rapto de sugestión, porque a decir verdad, si alguien me dice "esto es para vos", lo creo con fe ciega.

Por eso hoy estuve todo el día coqueteando con el film, esperando que llegue el momento indicado para verlo. A eso de las diez de la noche, cuando sobrevino la certeza de que era otra noche sin plan y sin llamados, me dije: "veamosla"

Y es empezar a verla y saber que Giulietta Masina soy yo, no sé por qué extraño designio, pero soy yo. Pienso en Mamá, y que de chiquita me llamaba "Giulietta de los espíritus", "claro" me digo, "ella siempre lo supo".

Y Giulietta la pasa muy mal. Desde la primer escena, cuando un noviecito la arroja al río para robarle la cartera, y escapa con el botín. Así arranca la peli, yo estoy desencajada. Después me entero que Cabiria (o Giulietta) es prostituta, y es además un festival de gestos italianos que da gusto ver.

En una de sus recorridas nocturnas la levanta un actor famosísimo que la lleva a su lujosa mansión. Cuando están por arremeterle al asunto, llega la novia del caballero. Entonces el tipo encierra a Cabiria en el baño, y allí la tiene hasta la mañana siguiente, cuando la hace salir en puntitas de pie para no despertar a la otra que duerme despatarrada y en bolas. Y es cuando está saliendo, que mira de reojo a la novia, y piensa (porque lo maravilloso de esta actriz es que te deja leer sus pensamientos) que le gustaría estar en el lugar de aquella, y no en el de la puta que se escapa con las primeras luces del día.

Luego el director arremete con una seguidilla de escenas conmovedoras, que para resumir la cuestión, vienen a enfatizar el deseo de Cabiria: que el amor la rescate de esa mala vida.

Entonces ocurre lo impensado, una noche Cabiria asiste a un show de magia y pese a todas sus resistencias sube al escenario para ser hipnotizada por el mago en cuestión. Presa de la hipnosis, Cabiria representa una historia de amor aferrándose a los brazos del aire, creyendo que son los de un tal Oscar, que es el nombre que el mago le confiere al sujeto imaginario. Hay burlas en el auditorio.

A la salida del teatro, la espera un galán como los de antes, que manifiesta estar muy conmovido por la dulzura de semejante performance. Oscar se llama, Giulietta y yo nos quedamos atónitas.

A partir de allí comienzan a verse con frecuencia, él es todo un caballero, la respeta, acepta su pasado, le promete un futuro mejor.

Después de tanto sufrimiento, la felicidad es posible, eso dice Giulietta. Yo concuerdo.

Entonces el tipo le propone matrimonio, y ella desde luego vende la casa y se manda a mudar con la plata en el bolso, se despide de su colega diciéndole "ya vas a ver, vos también te vas a casar" y va al encuentro del apuesto caballero.

La felicidad es posible. Pero esquiva, porque al final, el tipo la lleva a pasear por unos acantilados, y está a punto de tirarla cuando recapacita, y sólo se escapa corriendo con la guita. Ella le grita que por favor la mate, en una escena terrible.

La peli termina con Giulietta caminando desconsolada, por una callecita en donde hay una procesión de gente del pueblo. Giulietta los mira y sonríe resignada.

Nunca nadie va a acudir en su rescate. Aunque de alguna extraña manera, ya se haya salvado.

martes, 4 de noviembre de 2008

Neptuno sobre Venus, segunda parte

Todavía puedo decir algo más acerca de el-chico-que-no-me-conviene.


No recuerdo las fechas exactas, pero fueron unos cuantos diciembres atrás. Con Carlos nos habíamos tomado un break, el primero de una larga lista. Y en eso estaba, disfrutando mi fervorosa soltería juvenil, cuando en una fiesta, lo conozco a él.

Galán apuesto que se acerca con no sé que frase matadora. La memoria me falla, pero sé que a la fiesta le siguió un aventón a casa de mis padres. Una mañana de lluvia, no podía ser de otra manera, el intercambio de teléfonos, un "mañana te llamo" y a dormir con la sonrisa tatuada en la almohada.

Increíblemente, al otro día llamó. Para invitarme al cine. Kill Bill, volúmen 1. Y es en la escena en dónde el personaje de Lucy Liu se convierte en animé, cuando matan a sus padres en ese fiestón de sangre, en dónde ocurre el milagro. El pecho se desarma, siento la debilidad del cuerpo ante el contacto de sus hombros, y lloro.

Al otro día le dije a mis amigas: "me enamoré", ellas me creyeron y todas nos pusimos chochas.

Del cine pasamos a vernos casi a diario, él conoció a mis amigas, yo a los suyos. Fiesta de acá, reunión de allá, yo siempre henchida de orgullo como diciendo "lo encontré".

Esa era la sensación, ni más ni menos. Psicólogos abstenerse, ya investigué la causa de tanto idilio y es bastante probable que haya estado relacionada a la negación de la ruptura con Carlos. Pero qué quieren que les diga, yo sentía que estaba loca por ese chico, que todas las células de mi cuerpo gustaban de él.

El problema fue que entre tanta vorágine nadie se tomó el tiempo para conocerse. Y a las semanas me percaté de que estaba enamorada de un extraño. Máxime que nuestra relación nunca había pasado a mayores, con lo cuál las posibilidades de llevarme flor de chasco no eran pocas.

Entonces me puse ansiosa e insegura, y retrocedí. Calculo que a él le habrá pasado lo mismo, porque también dio marcha atrás. Y eso fue letal. El espíritu de Glenn Close en "Atracción Fatal" se hizo carne en mí, y entonces empezaron los llamados excesivos, los reclamos. Un verdadero papelón.

Al mes de la fiesta, me dejó, por teléfóno claro. Lloré una vez más y tomé la sabia decisión de salir con mis amigas para ahogar mis penas.

Desde luego las llevé engañadas al bar que él frecuentaba. Para cuando el galán arribó yo tenía varias caipiroskas encima y era una mujer sin filtros. Vaya a saber que le dije pero él procuró evitarme toda la noche.

En algún momento mis amigas acudieron al rescate y me convencieron de irnos.

Cuando atravesamos la puerta, nos dimos cuenta de que faltaba una de nosotras. Al rato apareció llorando, el chico al que yo le había entregado mi autoestima entera, le había declarado su amor.

No pude sentirme más patética. Los odié a los dos. Al otro día me jugué la última carta y lo llamé despechadísima para decirle un montón de cosas horribles.

Nunca más volví a verlo.

Hasta hace veinte días, cuando apareció en mi casa a las tres de la mañana, para saldar cuentas que habían quedado pendientes cinco años atrás.

Yo me hice la reina desprejuiciada, pasó tanto tiempo que ya nos podemos hasta reír de lo acontecido.

Pero no, el-chico-que-no-me-conviene duele como aquél día del cine. Cuando supe del peligro, tuve miedo y lloré.

Lo último que puedo contar de él es que leyó la entrada de ayer, porque me llamó el muy idiota para decirme que se sentía halagado por lo que había escrito. Confieso que cuando ví la llamada me esperaba otra cosa, un "vos también me gustás", algo del estilo. El "me siento halagado" se podría traducir perfectamente en un "pobrecita, te gusto, y además me quiero reír en tu cara de eso".

Siempre fue un tarado, no en vano es el-chico-que-no-me-conviene.

Ahora, ¡Yo también! Qué ganas de ir a pegarme la cabeza contra la pared.

En fin, la frase que concluye este relato se la robo a mi hermana Ninet.

A otra cosa, mariposa.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Neptuno sobre Venus

Ayer soñé con Carlos, estábamos los dos desnudos, él encima mío. En el sueño me decía que nunca había tocado una piel tan suave como la mía. Y en eso estábamos cuando el ring del celular ofició de despertador. Mamá llamando, como el 90% de las veces que suena el bendito telefonito.

Después del llamadín quise volver al sueño, pero ya era distinto, ahora pensaba en Carlos voluntariamente, ya estaba del lado de acá. Y me lo reprimí, una cosa era que mi ex se me apareciera inesperadamente en sueños, otra muy distinta es que me pase toda la mañana pensando en él como una boluda. Con qué fin.

Le conté el sueño a mi amiga Cecé, que como estudiante avanzada de psicología que es, se tomó el trabajo de interpretarlo, la conclusión fue la siguiente: extraño el contacto sexual-amoroso. No hace falta aclarar la gran diferencia de éste con la práctica a la que todos los solteros acudimos para silenciar el alarido hormonal.

Desde entonces estoy pensando en flores y pajaritos. Con la cabeza en cualquier lado menos en el aquí y ahora.

Mi astróloga me recetó unas flores de bach porque le mostré un dedo cortado y le dije "ni me di cuenta con qué me corté", primero me retó "eso te pasa por no estar presente", después me habló de un ciclo que se cierra en el calendario maya, y entonces entendimos que con esa energía dando vueltas cómo no voy a andar con la cabeza flotando como un barrilete, ¡por favor!


Y es que sumado a lo de Carlos, que es como el eterno retorno en mi vida onírica, también me gusta un chico. Para ponerle un nombre, el-chico-que-no-me-conviene. ¿Por qué no me conviene? Porque es muy lindo, exageradamente limpio, fóbico, agresivo y muy histérico. Y porque en cada encuentro me deja la sensación de que yo no le gusto ni un poco. Mi astróloga fue contundente: "con él activás el mecanismo de rechazo que te es tan familiar, cortálo ya"

Entonces lo eliminé del messenger, le dije a mis amigas "salgamos" y nos calzamos los mejores atuendos para una fiesta de disfraces que había con motivo de una celebración extranjera. Cecé, Tony y yo, disfrazadas para romper la noche. El detalle es que alguien pasó mal el dato y eramos las únicas.

Pero bueno, nada que no se solucione con una visita al baño para esconder la peluca en el bolso, y transformar el look vampiro en un "hoy exageré con el negro y con el maquillaje, puede pasar".

El problema es que cuando ya estábamos evaluando la partida, el-chico-que-no-me-conviene hizo su entrada triunfal. ¿Por qué me lo vine a encontrar en esa fiesta perdida una noche cualquiera? Y ridículamente disfrazada. Yo miré para otro lado, él se acercó entre risitas, me saludó y siguió. Perfecto.

Supe que me gustaba mucho porque me temblaron las piernas y a partir de ahí no dejé de observarlo con ojos transversales. Estaba cerca, casi podía sentir su acecho. Como en esas cosas suelo confundirme le pregunté a Tony, que podía mirarlo libremente, si en verdad me estaba acechando. Me dijo "sí, a pleno", pero como es amiga incondicional no le creí.

Entonces decidí ponerlo a prueba, me fui de la fiesta sin aviso, si quiere ubicarme tiene mi teléfono.

El rol de perra fría no me sale como quisiera. Desde luego nunca llamó y otra vez me atacó la duda: ¿no habrá sido todo esto el manos a la obra de mi fantasía?

"Es que Neptuno está por tránsito sobre tu Venus natal" diría mi astróloga. Lo que explica que vea romance hasta por debajo de una maceta. Un poco soy yo, un poco el tránsito.

Así que me imaginé todo calculo. Quizás no me guste de verdad. Pero quién me puede culpar por extrañar esa sensación.