NUEVO BLOG!

Luego de su extraña desaparición y de su estrepitoso fracaso como escritora de policiales, Jules vuelve a lo que mejor le sale...sufrir! Acudan a su nuevo grito de auxilio en el mundo blogger...

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avatares...no hay que ser muy diestro para notarlo, quedará sin efecto hasta nuevo aviso...

... desde que abría los ojos por la mañana empezaba a esperarlo ya durante todo el día, acechaba todos los ruidos, se incorporaba sobresaltada, no le cabía en la cabeza que no llegara. Luego, a la hora de la puesta de sol, cada día más triste, ya lo único que deseaba era que llegara el día siguiente.


Gustave Flaubert, Madame Bovary.

sábado, 6 de diciembre de 2008

La puta de Totó

Totó y yo volvimos a explorar el intersticio.

Era cuestión de tiempo, lo sé, un amigo es una cosa, y una relación habitada por la incertidumbre, otra.

Sólo bastó un llamado del cinéfilo, y un me urge invitarte un helado, invitación que me sabe incapaz de rechazar.

Y cuando pasó por mí, algo, quizás un pequeño detalle, no pude verlo claramente, pero era evidente que nuestro microcosmos relacional se había trastornado. Le vi la chispa sexual en los ojos, me hice la desentendida, pero se la vi. Y me incomodó, tanto.

De repente un plan tan habitual como un helado, se había transformado, por la magia de las feromonas, en una cita. Y yo me desempeño tan bien en los helados, pero tan mal en las citas, que puse toda mi atención en mi dulce de leche sensación y traté de hacer caso omiso a esta nueva y perturbadora mirada de Totó.

Mientras discutíamos alguna trivialidad que habíamos leído, me dice, sabés que me gusta mucho estar con vos. A lo que le respondo: Claro, Totó, a mí también me gusta. Y él: Sí, pero yo te lo estoy diciendo con un tono diferente al tono con el que vos me lo decís.

Me río llevando la cabeza para atrás, con esa carcajada tan falsa que uso cuando estoy nerviosa.
Si te pone nerviosa cambiamos de tema.
No estoy nerviosa, pero no sé que querés o cómo querés que te diga, a mí también me gusta...eh, sí estoy muy nerviosa.

Entonces empiezo a gritar tensión, tensión...porque cuando entro en pánico pierdo la capacidad de articular oraciones.

Totó me besa, y es el beso más torpe que recibo desde la adolescencia, cuando usaba ortodoncia y cualquier beso que diera acarreaba el riesgo de hundir el metal en las encías del besado.

Y mientras nos besamos pienso que estoy haciendo cualquiera, que no tendría que besar a Totó, porque es mi amigo, después de todo, y es ese beso ajeno a todo despertar sexual el que me lo confirma. No me pasa nada de lo que debería pasarme en ocasiones como éstas.

Así y todo lo hago subir a mi casa, de curiosa nomás, y de hormonalmente sublevada.

Lo que sigue es torpeza tras torpeza, la imposibilidad de unir los helados y las películas al cuerpo que ahora se desnuda enfrente mío. Veo la cara que pone cuando se excita y me río. Es que no le conocía ese gesto. Definitivamente estoy desconcentrada.

Estar con un amigo tiene sus cosas, porque a pesar de nuestra pésima performance, cuando damos por terminado el asunto, me abraza y no siento el vacío. Por primera vez en mucho tiempo, no lo siento. Se queda horas acariciándome el pelo, y yo me pregunto si las mujeres no cogeremos para llegar a este momento. Me siento muy bien, no sé por qué, no quiero pensar.

Con el correr de los días, normalizamos el asunto de la desnudez, pero yo sigo pensando que hago todo ese despliegue erótico en pos del mimo final, la caricia en el pelo.

Confieso que estoy un tanto fatalista, porque mi amigo el cinéfilo se ha convertido en una suerte de amante bizarro. Y perdí un amigo, que se le va a hacer. Además sé que mis púas, tarde o temprano, se me van a erizar en la espalda. Están, de hecho, erizadas mientras escribo. Casi tentada de borrarme de la faz del universo Totó.

2 comentarios:

  1. Tal vez, a veces, no es necesario pensar la ausencia del vacío, mas bien disfrutarla. Quizá te sientas rara porque uno se acostumbra, incluso, al vacío.
    Y sí, todas las mujeres nos quedamos, agazapadas, esperando el zarpaso final de la caricia.

    besos

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  2. hay que disfrutarla, tenés razón...lástima que son como tan pocos los momentos de completud. Y hasta me arriesgo a pensar que no dependen de ninguna persona ni ninguna caricia.
    Sino, como siempre de uno. Pero vivir sin la ausencia estructural es otra de mi utopías.
    ¿O decís que se puede lograr?
    Besos Caro.

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