NUEVO BLOG!

Luego de su extraña desaparición y de su estrepitoso fracaso como escritora de policiales, Jules vuelve a lo que mejor le sale...sufrir! Acudan a su nuevo grito de auxilio en el mundo blogger...

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avatares...no hay que ser muy diestro para notarlo, quedará sin efecto hasta nuevo aviso...

... desde que abría los ojos por la mañana empezaba a esperarlo ya durante todo el día, acechaba todos los ruidos, se incorporaba sobresaltada, no le cabía en la cabeza que no llegara. Luego, a la hora de la puesta de sol, cada día más triste, ya lo único que deseaba era que llegara el día siguiente.


Gustave Flaubert, Madame Bovary.

miércoles, 22 de octubre de 2008

El riesgo del amor

Después de Carlos anduve años como bola sin manija. Que un amiguito de acá, otro de allá. Y de vuelta con Carlos en plan de vernos "porque nos extrañamos pero sabemos que lo nuestro es imposible"
Hasta que un día me cansé de mi ex y de todo el abanico de opciones con el que lo cotejaba. Me dije basta de mendigar compañía, el amor va a llegar solo.

No pudo ser más efectivo, a las semanas apareció.

En honor a la verdad, ya lo conocía. La clásica historia de los conocidos que comparten un núcleo social, e infinidad de encuentros a lo largo de los años. Pero que un día, por obra de la magia, o de la soledad, se miran con ojos nuevos.

Ví a Martín por primera vez, después de cuatro años de cruzarlo en reuniones en casa de amigos. Esta vez recibía él, lo que me generó cierta inquietud, porque nunca en todo ese tiempo, había cruzado ni media palabra.

Cuando llegué a la casa, él corría como un enajenado para que todos los invitados se sintieran a gusto. Apenas me vió, casi sin saludarme, me preguntó: "¿comiste? Entonces lo supe. Otra vez me detenía en los detalles más absurdos. La forma de caminar casi sin pisar el suelo, el movimiento de las manos, hermosas manos, que se acarician. La velocidad de la mirada que quiere abarcarlo todo y fracasa. Si fuese menos romántica hubiese pensado que me compadecía de su ansiedad de anfitrión. Claro que no soy así y sencillamente lo amé porque era encantador su sufrimiento.

Una vez más me llamé al silencio. Mientras lo observaba moverse de un lado al otro, el resto de la gente salía de foco. Yo estaba casi en una nausea. No estaba preparada para abrirme tan pronto, ya había comprado mi pasaje a Perú por tiempo indeterminado.

Creo que de tanto mareo no me percaté de que se estaba acercando. Hasta que lo tuve enfrente diciendome: "¿tomamos algo?" Yo quería decirle que no, salir corriendo con insultos hacia él y el resto de los invitados, y también quedarme para siempre.

Cómo no me resolví, me dejé arrastrar hacia un balcón de la casa dónde nos sentamos a compartir un trago. Pero sin hablar, ninguno de los dos.

Otra vez esa lluvia maldita que es la señal de que algo cede en mí, como un descanso. Estuvimos casi una hora bebiendo en silencio. Yo sabía, él sabía. No había nada que decir en el medio. Yo miraba para otro lado, y él no sé que miraría. Hasta que sentí algo que me rozaba el pelo y giré. Entonces, lo ví, con la boca comprimida en un gesto de susto. No alcancé a reaccionar que ya me estaba besando con violencia, como si toda la vida hubiésemos esperado ese momento.

Después de ese beso me tuve que ir corriendo al baño, el mareo era insoportable y estaba por vomitar al lado suyo.

Me lavé la cara, me miré al espejo y me dije: "vamos a correr más riesgos", y salí a abrazarlo.

Pero no cancelé el viaje, y al mes estaba subida a un avión, totalmente empastillada, llorando por no haberme arriesgado lo suficiente.

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