NUEVO BLOG!

Luego de su extraña desaparición y de su estrepitoso fracaso como escritora de policiales, Jules vuelve a lo que mejor le sale...sufrir! Acudan a su nuevo grito de auxilio en el mundo blogger...

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avatares...no hay que ser muy diestro para notarlo, quedará sin efecto hasta nuevo aviso...

... desde que abría los ojos por la mañana empezaba a esperarlo ya durante todo el día, acechaba todos los ruidos, se incorporaba sobresaltada, no le cabía en la cabeza que no llegara. Luego, a la hora de la puesta de sol, cada día más triste, ya lo único que deseaba era que llegara el día siguiente.


Gustave Flaubert, Madame Bovary.

viernes, 3 de octubre de 2008

¿Soy un espíritu libre?

Las parejas se aburren. Al menos desde la perspectiva del que está solo. No estoy pensando en noviazgos apasionados, de los que forcejean por la calle o se besan dejando el último aliento en una esquina. Pienso en una foto de una pareja sólidamente constituida, de esas que se abrazan en una playa caribeña, en su luna de miel. Son la muestra más concreta de todo el tedio del que es capaz este mundo.

La rutina, no me canso de oirlo, es lo que mata la pareja. La monotonía. Llegar a casa después del trabajo, encontrarse con la misma cara que despediste a la mañana, un poco menos fresca. Cocinar el menú de los jueves, poner el disco de la semana, o lo que es peor, compartir un gusto morboso por la mala novela de las nueve. Y que eso derive en una maratón de novelas y series, hasta que a las doce, la noche se convierta en el sueño que nos permitirá afrontar otra jornada. Por supuesto que nada de sexo, mucho menos a la mañana, cuando con las corridas apenas logramos combinar el corpiño con la bombacha.

Yo creo que es hermoso poder compartir tanto aburrimiento con alguién.

Examinemos, por contraste, la rutina de alguién que vive solo. Un día cualquiera entre semana, llego a casa después del trabajo, prendo la luz del pasillo. La casa estuvo sola todo el día y hay que ahuyentar a los fantasmas. Luego toda la serie de pequeños e inofensivos hábitos cuya función es esencial: habitar el espacio. De la luz paso al sahumerio. Después guardar los platos que quedaron secándose la noche anterior. Luego el disco o la radio, y entonces me siento, enciendo la computadora y fumo, un cigarrillo eterno. Quizás porque me prenda una tras otro, nunca logro llevar la cuenta. Después hay que cenar y ojalá tuviera menú de los jueves, pero ahí sí que dejo un espacio completamente librado al azar: como lo que haya.

Y sí, yo también frecuento la mala novela de las nueve, pero en el fondo me aburre tanto, que no puedo evitar que me gane el sueño hasta que me despierte la tele encendida y el noticiero de las siete. Mis bendiciones para este nuevo día que comienza. Por supuesto nada de sexo, mucho menos por la mañana, cuando con las corridas apenas logro encontrar un corpiño y una bombacha. Punto. Qué importa si combinan.

Vivir sólo es un pasaje sin escalas al universo fabuloso de los trastornos obsesivos compulsivos. Qué pasaría si un día llegase a mi casa luego del trabajo y no prendiera la luz del pasillo, y dejara que los platos se sequen un día más. Y en vez de poner el disco me fuese a bañar, y a eso de las diez salga a caminar por las bonitas cuadras de mi barrio. Se trastornaría mi mundo, me da catalepsia de sólo pensarlo.

Es que los solos nos regodeamos en esa gran libertad que implica no estar condicionados por el deseo del otro. Y sin embargo, la rutina nos tiende sus redes como a cualquier hijo del vecino.

Ojo, quizás lo que nos haga libre sea el pensamiento a futuro. Yo pienso que mañana mismo me puedo mandar a mudar, renunciar a mi trabajo, cerrar las persianas de mi casa hasta nuevo aviso, trasladar el potus a la casa de mis viejos. Y listo. Vivir una vida completamente nueva.

Claro que una persona que esté casada podría fantasear todo esto, y mucho más. Pero yo lo hago sin culpas. Vivir una vida nueva: viajar, enamorarme locamente, soñar con que ese amor sea eterno, proyectar una vida juntos, llegar a casa después del trabajo, encontrarse con la misma cara que despediste a la mañana, un poco menos fresca, cocinar el menú de los jueves...

1 comentario:

  1. Por dios Creí que era la única esquizofrénica que pelea cuerpo a cuerpo todos los días entre el bienestar de la rutinaria libertad y la incomodidad de compartir el microcosmos personal con la única persona que puede entenderlo..... Después de un día agobiante, sos mi primer suspiro de alivio.
    Sentada en el puf de mi casa, haciendo la parabólica para no perder la señal de WIFI que, gracias al cielo se coló en esta Pentium IV que va a pedal, me saque la camiseta de Susanita y desnuda de todo cliché romántico me visto de Mafalda a gusto con mi soltería para seguir leyendo.

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